miércoles, 21 de noviembre de 2007

visita sorpresa

la segunda semana del mes pasó sin pena ni gloria... hasta que llegó el fin de semana. el lunes batí mi récord llegando a atender a quince pacientes en urgencias. pero es que la guardia no era de urgencias, sino de oncología. lo mejor de todo es que aún pude dormir, así que imaginaros que todos esos pacientes los vi por la tarde, en ocho horas. tengo las suelas de los patucos desgastadas!

es cansado hacer seis guardias al mes, pero librarlas es ganar calidad de vida. aunque no duermas al día siguiente (mi cuerpo tiene el defecto de no saber dormir de día) desconectas al salir del hospital y además descansas, aunque no consigas dormir. así que pasé un martes tranquilo y muy charlatán, aunque con agujetas en los dedos puesto que fue chateo.

el miércoles aún me atreví a coger la bici. este año decidí no apuntarme al gym y seguir con el deporte al aire libre (me gusta el gym pero me agobia un poco el sitio cerrado y lleno de gente sudando) pero llegó el otoño y el viento de zaragoza no te pone las cosas fáciles en la bici. así que estoy optando por cambiar la bici por el footing, sólo que tengo que aprender a respirar y correr a la vez porque me da el flato. así me obligo jejeje...

el jueves tuvimos un curso al que acudimos medio servicio y que fue muy interesante, sobre algo tan básico y relativamente sencillo como el dolor. y después típica cena de pinchos patrocinada por el susodicho laboratorio. la verdad es que cuando empiezas la residencia y te invitan por primera vez a semejante festín (y cuando es comida de cuchillo y tenedor ni te cuento) hace ilusión pero después de unas cuantas pues como que ya uno lo toma como una rutina, pero realmente no lo es y me siento afortunada de poder disfrutar de ello.

el viernes fue cuando la semana pasó de ser rutinaria a especial. esta semana me tocó cubrir a irene en la planta. fue volver a mis orígenes. como terminamos pronto me fui a hacer hojas de consulta. y caminando por los pasillos del hospital me suena el móvil. era tom, el peregrino francés, para decirme que quería venir a zaragoza (algo que ya habíamos hablado) pero que no tenía vuelo, por lo que no podía ser. colgué y media hora más tarde me llama y dice que se viene el sábado. aproveché la tarde del viernes y la mañana del sábado para darle a la bici y para hacer recaditos varios, como resucitar mi ipod.

el sábado a las nueve y media de la tarde llegó tom. fui a recogerle. es especial reencontrarse con un peregrino fuera del camino. es algo que he vivido todos los años que he hecho el camino y nunca deja de emocionarme. vinimos a casa, cenamos y, como no, nos pusimos a ver fotos del camino y recordar esos felices días.
el domingo se nos pegaron un poco las sábanas pero al final a la s nueve estábamos en marcha y a las once ya habíamos dejado el coche en el parking de ordesa e iniciábamos la senda de los cazadores. nunca me hubiera dicho que en diez días lo haría dos veces, pero fue totalmente distinto. ir al monte con amigos sabe el doble de rico y si encima descubres un nuevo "mundo" a una persona amante de la montaña pues como que te hace más feliz. y eso me ocurrió con tom. ya desde que pasamos monrepós el chaval estaba alucinado con el paisaje y bueno, ordesa le encantó. tuvimos que meternos caña porque el tiempo se nos echaba encima, pero pudimos comer y descansar plácidamente al pie de la cola de caballo. regresamos por la senda de las cascadas y del bosque otoñal lleno de hojas, donde como niños nos enterramos debajo de miles de hojas. de camino a casa paradita para café y ya en casa, ducha y un buen plato de pasta (pero esta vez con denominación de origen), rememorando las cenas del camino. y de nuevo al sobre, reventadicos pero felices.
el lunes tenía guardia. así que le dejé a tom descubriendo zaragoza con un plano y unas buenas indicaciones. por la noche tuvo el detalle de traerme la cena al hospital. me llamó la atención, al contrario que la mayoría de la gente (al menos yo diría), que quisiera ver cómo es un hospital y cómo se trabaja en él. así que tras proveerle de inmunidad diplomática (una bata blanca) le enseñé nuestras consultas y curiosidades del hospital, como las maravillosas vistas de la doce, visita obligada a todo el que se presente a verme. tras cenar me ocurrió algo gracioso, me quedé frita encima de la cama con el fonen puesto y todo. pero pronto habrían de llamarme de urgencias y despertarme de mi dulce sueño.

el martes pude compensar a tom por el abandono del día anterior. aunque casi me compensó él. me preparó un desayuno-comida que nos llevó casi dos horas. por la tarde paseamos por el centro para quemar las calorías extras y el chico-zara no pudo resistirse a la tentación y acabó con un jersey nuevo. chocolate de lujo en leónidas, cena de postín en el pastificcio y copa en el lago ness. buena compañía y muchas horas de conversación, a todo esto, en inglés, pero como ésta es una ciudad llena de erasmus...
el miércoles después del trabajo tuve que quedarme para enviar el abstract para un congreso pero para las cinco estaba en casa. nos fuimos a andar en bici por el parque grande y el canal. después ducha y merienda en casa. para no trasnochar me adapté a su horario europeo y nos fuimos a cenar al matarraña a las ocho de la tarde para luego tomar algo en otro irlandés, en el que tom se emocionó al ver un trineo de una competición de chamonix, su ciudad. qué casualidad, y yo no me había dado cuenta con las veces que he ido allí! pero el tiempo vuela cuando uno se lo pasa bien y era hora de retirarse y descansar.

el jueves le dejé en el aeropuerto antes de ir a trabajar. la verdad es que se me hizo dura la despedida. pero nuestros caminos se volverán a cruzar, la próxima vez en su tierra, donde espero poder estrenarme con los alpes.

hasta la próxima!

No hay comentarios: