miércoles, 31 de mayo de 2006

cuestión de puertas...

ay! que se me pasa todo un mes sin escribir! la pereza, uno de los siete pecados capitales, se quiere apoderar de mí. haremos lo posible por evitarlo.

el título de este mes (porque ya empieza junio) se debe a mis anécdotas con las puertas. la víspera de mi cumple, a diez minutos de irme a monte (cosa que los que me conocen saben que me apasiona) una camioneta me golpeó la puerta del coche y casi me fastidia el plan. no me arrancó la puerta de cuajo (eso sólo pasa en las pelis de hollywood) pero me la abolló y no podía cerrarla, así que tuve que dejar el coche en el taller. menos mal que el amigo con el que iba tiene coche y al final pudimos ir al monte, eso sí, con dos horas de retraso entre atestados, ir al taller y a la aseguradora.

lo peor de todo es que es mi culpa. yo estaba aparcada en una calle de circulación con el tráfico parado por caravana. me metí en el coche y al ir a cerrar la puerta la caravana se puso en marcha y el camión que estaba a la altura de mi coche me golpeó la puerta. la poli dice que como yo invadía el carril de circulación es mi culpa. supongo que el hecho de que el camión circulase pegadísimo a los coches aparcados siendo la calzada anchísima no importa. bueno, prefiero olvidarlo. como dice mi madre, no hubo que poner tiritas, que es lo importante. sólo una puerta nueva a mi coche, je je je. así que este finde que voy a casa estreno coche, bueno, puerta (de paso hemos quitado los rayones que teníamos, así que casi casi estreno coche).

pero no hay una sin dos, aunque espero que no haya tres. la semana pasada yendo en bici paró un coche en doble fila y abrió la puerta sin mirar. no me la comí con patatas por el canto de un duro (o euro se dirá ahora). qué susto! me acordé de todos los parientes del mozo que conducía. macho, mira antes de salir escopetado del coche!

por lo demás no he tenido más incidentes con puertas. hace un par de días pinché la bici. menos mal que aguantó el viaje hasta casa y no fue hasta el día siguiente que me encontré con la rueda desinflada. esto para que os riaís de mí. soy tan desastre que no sé ni cambiar una rueda pinchada. bueno, la teoría me la sé (me la enseñó el mismo amigo con el que "monteo") pero ni tenía material ni chicha para desarmar la rueda. así que la llevé a la tienda y de paso que me ajustasen las marchas que me iban mal. otra tontería, no lo dudo. y de paso compré una riñonera para la bici. vamos, que hicieron el agosto conmigo. bueno, mientras que sólo sea una vez al año...

hasta la próxima!

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