sábado, 12 de enero de 2008

esta semana en el hospital ha sido agotadora mental y sobre todo físicamente por la cantidad de pacientes que han precisado ingreso y que nos han desbordado. menos mal que las vacaciones de navidad ya se habían terminado y estábamos todo el equipo al completo.

y es que pasamos de tener 24 camas a 36, y como en la planta sólo tenemos 24 camas, pues teníamos pacientes repartidos por todo el hospital. y además el busca sonando sin parar. un flujo de pacientes interminable. y encima delicados. pocas opciones de plantear tratamiento ambulatorio.

pero después de la tormenta siempre llega la calma. y desde ayer parece que vamos recuperando el ritmo habitual. ayer en mi guardia no sonó el busca desde urgencias en ningún momento. y poco a poco vamos dando alta a los pacientes que mejoran o a los que la enfermedad gana la batalla (es nuestro pan de cada día, hay que asumirlo). así que hoy tan sólo nos quedaban 5 periféricos. mañana tengo la última guardia del mes. a ver si se porta!

hablando de la vida y de la muerte, últimamente siento que aún no he debido de realizar el cometido principal de mi vida. hasta que empiezas a trabajar con la muerte, como en mi caso, nunca uno se plantea (a mi edad) que la vida puede verse truncada de la noche a la mañana, ya sea por un accidente o por una enfermedad.

ahora las cosas han cambiado. entre que veo que las enfermedades (cáncer o no) no discriminan por edades y que he tenido varios sustos en las últimas semanas, pues empiezo a pensar que tengo un verdadero ángel de la guarda protegiéndome. hace una semana circulando por una carretera de montaña pillé una placa de hielo que me hizo perder el control del coche. afortunadamente el susto no pasó de ahí y conseguí frenar el coche, eso sí quedándome cruzada en la carretera, ¡menos mal que no circulaban más coches! Pero había un barranco a unos de los lados de la carretera y cuando el coche patinó hacia él por un momento temí el peor desenlace. y esta semana dos veces he estado a punto de ser atropellada en sendos pasos de cebra (sin semáforo, obviamente). una de las veces acepto que el conductor no tenía buena visibilidad pero la otra fue un autobús urbano y el chófer me vio y tenía tiempo y distancia suficiente para frenar pero no lo hizo. alucinante!

espero que este ángel me siga protegiendo durante muchos años!

hasta la próxima!

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