este viernes era como crónica de una muerte anunciada: empezaba mi quintuplete. una guardia tras otra durante una semana a días alternos. y ya daba por hecho de que el finde iba a ser así, castigada en zaragoza y, sobre todo, en el hospital.
pero el sábado ha compensado con creces los dos días encerrada en este edificio llamado hospital. por fin nos pusimos de acuerdo para arrejuntarnos con los que nos han dejado en el servicio. fue muy emotivo el reencuentro. la verdad es que se les echa de menos y se nota un vacío en el planta con la marcha de fina, isabel, toñis, juan carlos, lola y carmen. pero quedan los buenos recuerdos y todas las alegrías y penas vividas en este nuestro segundo hogar.
llegamos a sanse sobre las diez. un guía estupendo con la lección muy bien preparada (repitiendo las mejores jugadas, tras milán, bravo dr martínez) nos enseñó desde el puente de maría cristina hasta el igueldo, pasando por el hotel maría cristina, zurriola, el kursaal, el monte urgull, el casco viejo, el boulevard, la bretxa (que aquí somos vascos y se escribe tx), la concha, ondarreta, el peine de los vientos... vamos, un día completo.
y gastronómicamente poteo por el casco viejo deleitándonos con los típicos pintxos donostiarras, con especial mención a la cuchara de san telmo (momento para hacer una dedicación a david, para los que sabemos quién es, por su acertadísima recomendación, que todo el mundo decía maravillas del sitio). y cenita en la sidrería añota de azpeitia, con su tortilla de bacalao, su chuletón, su queso-membrillo-nueces y, por supuestísimo, bere sagardoa!
la tarde tuvo dos momentos inolvidables: el brindis en el peine de los vientos con champagne (que aquí tenemos categoría, jeje) y a la gran familia (19 nada más y nada menos) todos juntos llenando el tren de la montaña suiza (que no rusa) del monte igueldo, pasándolo como niños con un caramelo.
el tiempo nos sonrió durante gran parte del día. anunciaban nubes pero donostia nos recibió con un cálido sol que hizo las delicias para algunos del grupo en la terracita con el cafecito y el traspuesto tras comer. así mismo, hizo que el paseo por la orilla de la concha hasta ondarreta fuera de lo más refrescante. pero para refrescarnos bien, el tiempo vasco hizo una de las suyas dar la vuelta a la tortilla, casi sin preaviso (en una hora la ciudad se encapotó). no se puede decir que lloviera, más bien, diluvió. y nos pilló de pleno. todos misses y mister camiseta mojada. pero la verdad es que a veces hasta sabe rico que el cielo te abrace con la lluvia. la única pega es que aún faltaba la cena, pero el secador del restaurante nos hizo entrar en calor.
y para terminar regreso a zaragoza. un autobús de 50 plazas para 20. todos bien repartidos con dos asientos para estirar bien las patukis y dar unas cuantas cabezadas. que íbamos a llegar tarde y algunos trabajábamos el domingo! pero que me quiten lo bailado y sobre todo, esa sensación de que el fin de semana no ha sido sólo trabajar.
hasta la próxima!
1 comentario:
muy buena la postura en la foto... cual sirena.. :P
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